El embarazo, el parto y la lactancia son momentos especiales en la vida de una mujer. Dar el pecho no solo simboliza alimentar al bebé, significa mucho más, ese contacto tan íntimo entre la madre y su hijo es beneficioso para ambos: da tranquilidad, amor, seguridad, estimula los sentidos…
Desde el primer momento del embarazo el pecho crece, se oscurecen los pezones y se vuelven más sensibles, por lo que es el momento de cuidarlos. Es importante alimentarse de manera adecuada durante el embarazo, para llegado el momento de la lactancia, tener el pecho preparado. No pueden faltar en nuestra alimentación suplementos de ácido fólico, minerales y hierro.
No frotes los senos ni los pezones al darte un baño o ducha, tampoco pongas cremas ni lociones en esa zona.
Los pechos son una parte del cuerpo al que no le suele dar el sol, el aire y la luz, elementos indispensables para que estén hidratados, para lograrlo después del baño, procura ponerte al sol, con el pecho al descubierto y de manera gradual hasta llegar a los 10 minutos.
Revisa la forma de tus pezones: plano, invertido, normal. Todos ellos son aptos para una lactancia feliz, ya que la piel de esta zona es súper elástica.
Utiliza un sujetador de lactancia en los últimos tres meses de embarazo. En ocasiones el pecho se prepara para el momento de la lactancia expulsando gotitas de leche, con lencería especial no irritarás tu piel.
Si te asalta el pánico, sobre todo si eres primeriza, pensando en que no serás capaz de hacerlo bien, no dudes en preguntar, tu ginecólogo estará encantado en darte soluciones a tus miedos.